Obra representada en el 411 a.D., en que la ciudad estaba perdiendo la guerra y sufría a la vez una verdadera guerra civil y la obra nos ofrece la ilusión de la paz. La obra se apoya en antiguos rituales donde enfrentan coros de hombres y mujeres, en el mundo al revés y el de la huelga sexual de las mujeres. Es ésta la estrategia que impone Lisístrata a las mujeres en la escena inicial. Se siguen una serie de agones de violencia entre los dos géneros.
Los agones no deciden nada; las mujeres siguen en la Acrópolis, pero ni el Comisario ni el coro de hombres se dejan convencer por los argumentos pacifistas y feministas de la heroína, las mujeres intentan escaparse con diversos pretextos e irse con sus maridos. La estrategia de Lisístrata viene de fuera, los laconios no pueden resistir más tiempo la huelga sexual y van a negociar plenamente erectos. Lisístrata hace de mediadora entre ellos y los atenienses y la paz se consigue. El final celebra la felicidad alcanzada: hay una comida de reconciliación entre atenienses y laconios, se reconcilian también hombres y mujeres y todo concluye entre danzas y cantos.
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